El polvo secular que se ha depositado en el baldaquino de bronce dorado de la basílica de San Pedro en el Vaticano será retirado. Después de 250 años, la obra maestra de Bernini será restaurada en vista del Jubileo. Se trata de una restauración de gran valor simbólico porque el baldaquino, que se yergue solemne sobre el altar mayor, y marca con su magnificencia el lugar de la Tumba del Apóstol Pedro al que la Basílica Vaticana está dedicada. Es una iniciativa costosa, hecha posible gracias a la generosidad de los Caballeros de Colón y especialmente desafiante considerando que la obra de Bernini es inmensa, tan alta como un edificio de diez pisos.
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'El trabajo que el Santo Padre Francisco ha autorizado', explicó el cardenal Mauro Gambetti, 'se concluirá en diciembre de este año, justo antes de la apertura de la Puerta Santa. También quiero señalar que esta intervención necesaria se lleva a cabo, por primera vez de manera sistemática y completa, 250 años después de las importantes restauraciones del siglo XVIII y exactamente 400 años después del inicio de los trabajos para el baldaquino'.
Fue Urbano VIII, en el verano de 1624, quien confió la supervisión de la obra al entonces veintiséis años Gianlorenzo Bernini, arquitecto y escultor de su confianza que sin embargo en esta empresa no estuvo solo: fue de hecho asistido por Francesco Borromini y por un nutrido grupo de hábiles escultores, fundidores, carpinteros y trabajadores especializados.
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