Papa Francisco ha vuelto a aparecer en la ventana del Palacio Apostólico para el Ángelus dominical después del malestar de ayer debido a una forma de gripe que arrastra desde hace unos días. Una noticia que había creado preocupación también porque es la sexta vez en ocho meses que una gripe detiene las actividades del pontífice de ochenta y siete años. A los fieles, Bergoglio les ha pedido que practiquen la misericordia y siempre pongan la luz de Cristo en el centro de sus vidas. Su voz en el micrófono parecía buena aunque parecía un poco pálido. En la plaza había miles de personas y muchas banderas arco iris, símbolo de los pacifistas y varios carteles con la palabra paz. No había, sin embargo, banderas ucranianas, rusas, palestinas, israelíes evidentemente prohibidas.
«Ayer, 24 de febrero, recordamos con dolor el segundo aniversario del inicio de la guerra a gran escala en Ucrania» recordó el Papa destacando el dolor que ha sembrado en el «martirizado pueblo ucraniano». Su esperanza es que se pueda encontrar un «poco de humanidad» para crear las condiciones para una solución diplomática que pueda llevar a una guerra justa y duradera. Como siempre, el Papa evitó mencionar que esta devastadora guerra comenzó hace dos años con la agresión de Moscú.
«Un período que se está volviendo largo y no se ve el final. Es una guerra que no sólo está devastando esa región de Europa sino que está desencadenando una ola global de miedo y odio». Inmediatamente después pidió oraciones por Palestina e Israel y todos los pueblos afectados por la guerra. «Pensemos en los niños heridos e inocentes». Francisco luego enumeró el Congo, donde hay enfrentamientos continuos, Nigeria donde los secuestros son el pan de cada día. Finalmente, en esta lista incluyó a Mongolia, de rodillas no por la guerra sino por eventos climáticos extremos. Un frío intenso que tiene consecuencias humanitarias. «La crisis climática es un problema global y social».
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