Papa Francisco frente al diluvio de críticas doctrinales sobre las bendiciones a las parejas gay, ha vuelto a defender el documento publicado el 18 de diciembre que ha causado un gran revuelo nunca antes visto. La distinción que Bergoglio invita a hacer es que la intención es bendecir a las personas homosexuales y no su relación. Una visión que sin embargo es igualmente cuestionada por eminentes canonistas, teólogos, académicos - sin contar a los obispos y cardenales de medio mundo - quienes en sus respectivas intervenciones subrayan que entonces no había ninguna necesidad de dedicar un documento entero a las bendiciones individuales, porque ya ahora la Iglesia ofrece la posibilidad a todos los sacerdotes de bendecir a cualquiera, incluso a los pecadores más empedernidos, obviamente con la esperanza de que Dios pueda ayudarles a redimirse. Lo que se refuta es haber equiparado la relación homosexual con el matrimonio entre hombre y mujer, aunque en el documento se especifica hasta la saciedad que no ha habido ni habrá ningún cambio en la doctrina. El incendio que ha estallado, sin embargo, está destinado a arder aún más y no se apagará fácilmente.
Esta mañana Francisco tuvo que volver a abordar el tema para tranquilizar. Hablando a los miembros del Dicasterio de la Fe explicó que «la intención de las bendiciones pastorales y espontáneas es mostrar concretamente la cercanía del Señor y de la Iglesia a todos aquellos que, encontrándose en diversas situaciones, piden ayuda para seguir adelante - a veces para iniciar - un camino de fe. Quisiera subrayar brevemente dos cosas: la primera es que estas bendiciones, fuera de cualquier contexto y forma de carácter litúrgico, no exigen una perfección moral para ser recibidas; la segunda, que cuando una pareja se acerca espontáneamente a pedirlas, no se bendice la unión, sino simplemente a las personas que juntas las han solicitado. No la unión, sino las personas, teniendo en cuenta naturalmente el contexto, las sensibilidades, los lugares donde se vive y las formas más adecuadas para hacerlo».
Papa Francisco en el discurso bastante articulado que pronunció esta mañana no hizo ninguna mención a la excepción que él mismo dio a los obispos y cardenales africanos. A ellos el Papa les ha garantizado la facultad de no tener en cuenta la Fiducia Supplicans y de no bendecir a las parejas gay consideradas en el continente una expresión negativa del Occidente. El que llevó al Vaticano las peticiones de las conferencias africanas fue el cardenal Fridolin Ambongo de Kinshasa, 64 años, presidente de las conferencias episcopales de África (SECAM) y miembro del C9 (una especie de consejo de la corona que apoya al pontífice en la acción de gobierno). Es él quien ha influido y ha convencido a Francisco a manejar de manera salomónica el bloque contrario a la bendición de las parejas gay.
El cardenal Ambongo ha dejado claro: «Como el Occidente no ama a los niños, los occidentales atacan la célula base de la humanidad que es la familia formada por un hombre y una mujer. Pero si destruyes esa célula, destruyes la sociedad. El Occidente es ya una sociedad decadente».
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