La lucha contra los abusos sexuales en la Iglesia: un camino aún largo y lleno de obstáculos

La lucha contra los abusos sexuales en la Iglesia: un camino aún largo y lleno de obstáculos
by Franca Giansoldati
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martes 27 febrero 2024, 10:36 - Última actualización: 10:46

Si no es un fracaso, falta poco. La rigurosa tolerancia cero hacia los abusos sexuales parece no funcionar en todas partes: de hecho, no solo está la gestión opaca y perturbadora del caso del padre Marko Rupnik (el jesuita expulsado de los jesuitas por abusos sexuales a varias monjas pero aún sacerdote y nunca castigado por el Vaticano). Cinco años después de la famosa cumbre de todos los episcopados del mundo querida por el Papa para dar un giro definitivo a una actitud de silencio, tendente a encubrir y poco atenta a las víctimas, otros dos casos emblemáticos parecen hacer entender cuán lejos aún está una mentalidad nueva basada en la responsabilidad, la justicia y la transparencia contenida en los principios de tantos documentos.

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Aún resuenan las palabras de Valentina Alazraki, la famosa periodista mexicana invitada a la cumbre en 2019 en el Vaticano para hablar frente a 114 conferencias episcopales: '¿Cuántas veces me ha tocado escuchar que el escándalo de los abusos es culpa de la prensa, que es una conspiración de ciertos medios de comunicación para desacreditar a la Iglesia, que detrás hay poderes ocultos, para poner fin a esta institución. Nosotros hemos elegido de qué lado estar. ¿Ustedes, lo han hecho realmente, o solo de palabra? Si están contra quienes cometen abusos o los encubren, entonces estamos del mismo lado. Les ayudaremos a encontrar las manzanas podridas y a vencer las resistencias para alejarlas de las sanas. Pero si ustedes no deciden radicalmente estar del lado de los niños, de las madres, de las familias, de la sociedad civil, tienen razón en tener miedo de nosotros, porque nosotros los periodistas, que queremos el bien común, seremos sus peores enemigos'.

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Mientras tanto, dos casos singulares e importantes hacen entender que la mentalidad del pasado tendente a encubrir, minimizar y ocultar en muchas zonas aún prevalece. El primer caso ocurrió en Europa (en Polonia), el otro en África (Costa de Marfil): una extensión geográfica que confirma una actitud generalizada poco transparente y respetuosa con la opinión pública, las víctimas, socavando la credibilidad de la Iglesia.

En Polonia, está causando controversia la forma en que el arzobispo Andrzej Dziega de Szczecin ha dejado la diócesis, renunciando 'por razones de salud'. En una carta a los sacerdotes de su diócesis, el prelado de 71 años explicó que su salud se había deteriorado hasta el punto de obligarlo a dar un paso atrás: 'Por eso me di cuenta en otoño que había llegado el momento para mí de renunciar'. Sin embargo, la verdad era otra. Algunos obispos polacos escandalizados habían expresado su desconcierto. El obispo auxiliar Artur Wazny de Tarnow, por ejemplo, escribió en Facebook: 'Estoy sin palabras. Un embarazo de una mezcla de ira, molestia y vergüenza'. Solicitada por varios periódicos, la nunciatura de Varsovia se limitó a explicar que Dziega se había ido después de una investigación interna basada en el documento Vos estis lux mundi, el motu proprio de 2019 que contiene los procedimientos a seguir en caso de abusos. Evidentemente, habían surgido fallos en el manejo de los casos de abusos sexuales a niños y jóvenes, pero el mensaje, sin embargo, fue como siempre críptico, no explicativo, sin dar razones. Los periódicos polacos lo han etiquetado con la llamada 'mentalidad Dziega' aún evidente en las acciones de muchos obispos y sacerdotes, según Nosowski. Desde finales de 2020, las acusaciones de encubrimientos contra los obispos en Polonia han sido varias. En 2021, el Vaticano impuso sanciones disciplinarias a varios obispos polacos y la Iglesia tuvo que pagar sumas no insignificantes a una fundación que apoya a los menores abusados. Pero todo avanza lentamente. Por ejemplo, el caso de un sacerdote polaco de la diócesis de Szczecin-Cammin que en los años 90 habría abusado de cuatro chicos de un orfanato. Según la acusación, la Iglesia lo sabía desde 1995 pero no hizo nada al respecto y el acusado murió a principios de 2021 sin haber sido nunca castigado.

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Si en Europa las cosas aún no funcionan bien, tampoco en África. De estos días la noticia de que el cardenal Jean Pierre Kutwa de Costa de Marfil ha suspendido al fundador de un grupo laico después de que este admitió haber cometido abusos, extorsión de fondos y manipulación psicológica de varios adeptos. El cardenal, después de algún tiempo, sin embargo, ha reintegrado a este carismático fundador laico después de tres años de suspensión.

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'Por la presente revoco, aquí y ahora, la suspensión de todas las actividades emprendidas contra este hijo de la Iglesia, el señor Do Oulaï Franklin Delaneaux, llamado Abraham Marie Pio, fundador del apostolado católico del Sacerdocio Real', declaró el cardenal de 78 años en un decreto fechado el 9 de febrero, pero no hecho público hasta el 22 de febrero que está dando la vuelta al mundo.

En el decreto, el cardenal también designa a dos sacerdotes para asistir al laico y ofrecerle 'guía con el fin de preservar la integridad de la fe y la moral en el ejercicio de su ministerio'. A quien le preguntó al cardenal el porqué de este reintegro, respondió seraficamente: 'Ha reconocido y se ha arrepentido de los hechos' añadiendo que 'se ha comprometido a servir a la Iglesia en el futuro con más prudencia'.

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