Mientras que en Lourdes, en el gran santuario mariano francés, el próximo mes se tomará la decisión definitiva de desmantelar o no los grandes mosaicos de fondo religioso realizados por el controvertido artista padre Marko Rupnik, en el Vaticano la cuestión ni siquiera se plantea y se siguen utilizando las obras del mosaico acusado de haber abusado de varias mujeres para ilustrar instrumentos de catequesis. Sin embargo, desde hace tiempo el caso Rupnik se ha convertido en un lastre, uno de los casos más embarazosos de todo el pontificado. Nada que ver con el Metoo.
El ex jesuita y presunto abusador serial de mujeres religiosas, después de largas luchas internas, el año pasado fue expulsado de la Orden de los Jesuitas. Incluso ya había sido excomulgado por el Dicasterio de la Fe por el grave crimen de absolución del cómplice, aunque luego Rupnik fue misteriosamente reintegrado. Con varias amistades de alto nivel, el hombre de nacionalidad eslovena ciertamente disfrutó durante años de una especie de trato preferencial. El Vaticano ha mantenido un manto de humo sobre su caso durante estos años y la transparencia en este caso siempre ha estado cerca de cero. El nuevo juicio en el Vaticano decidido en septiembre por el Papa será celebrado no por el Dicasterio de la Fe sino por el Dicasterio de los Religiosos y Rupnik - denunciado por varias mujeres por abusos sexuales y psicológicos - tendrá que responder por varios delitos. Un reciente documento firmado por el cardenal argentino, Victor Fernandez, ha establecido definitivamente que el tribunal interno del ex Santo Oficio está destinado a evaluar sólo los casos de menores abusados y de personas mentalmente frágiles, todos los demás casos, incluyendo los abusos a mujeres, son competencia de los diversos dicasterios, en este caso el de los Religiosos, aunque notoriamente, este ministerio curial que se ocupa de las órdenes religiosas, nunca ha destacado por su claridad. En la curia es considerado una especie de "puerto de las nieblas", bastante opaco en la conducción de procesos y donde nada se hace público.
Violencia contra las mujeres, el Vaticano en aprietos por el caso Rupnik, el Papa reabre el proceso
El caso Rupnik, a pesar del pantano curial, sigue siendo tan grave y anormal que ha adquirido una relevancia mundial. Difícilmente podrá ser olvidado. Además, sus mosaicos adornan las principales basílicas del mundo y ahora demasiados fieles, especialmente mujeres, se preguntan si es correcto mantener representaciones sagradas sobre el amor divino hechas por un presunto abusador en serie.
Entretanto, el obispo de Lourdes ha confirmado haber recibido cartas de católicos desconcertados de todo el mundo. Monseñor Jean-Marc Micas contó a la agencia católica CNA que tuvo conversaciones impactantes con mujeres voluntarias en el santuario, en particular una señora inglesa que ha servido en Lourdes durante años, ayudando a los enfermos en busca de curación. La señora le dijo al obispo: «Aquí en Lourdes, cuando era voluntaria, conocí a muchas, muchas mujeres que venían a pedir una curación especial después de un abuso sufrido. Iban a la Inmaculada Concepción para ser curadas en lo más profundo, para encontrar consuelo. Para mí ahora, pero también para ellas, los brazos que vemos en los mosaicos no son los brazos de la Inmaculada Concepción. Son los brazos del padre Rupnik”.
La decisión de desmantelar los mosaicos (que además costaron bastante al santuario) será tomada por una comisión. El obispo explicó que había consultado a especialistas en arte sagrado y expertos de toda Francia. «Y luego recibimos cartas, cartas, un montón de cartas - personas muy enfadadas porque los mosaicos todavía están ahí y otras personas que estaban muy enfadadas con la idea de que pudiéramos quitarlos». Los mosaicos de Rupnik se añadieron a Lourdes en 2008, representan los misterios luminosos del rosario con las Bodas de Caná en el centro.
El mismo dilema debería afectar a otros santuarios e iglesias en Europa y América del Norte. Las obras de Rupnik también se encuentran en Fátima, en el Vaticano, en el santuario de Juan Pablo II en Washington, D.C., en San Giovanni Rotondo en el mausoleo de Padre Pío. Pero para Lourdes, el problema se siente más agudo ya que el santuario mariano francés es conocido en todo el mundo como un lugar de curación y consuelo, y en este papel único debería ser un sitio privilegiado para las víctimas de abusos que buscan consuelo. Los obispos franceses lo han destacado reuniéndose en Lourdes para rezar y ayunar por las víctimas.
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