Un Cristo recién resucitado con la apariencia de un modelo icónico de la cultura queer, el cabello ondulado hasta los hombros, la barba muy cuidada, la piel sin una arruga, los ojos con un hilo de rímel, los músculos bien visibles y un taparrabos escénico, compuesto por un paño sostenido por un cordón de seda. Esta es la imagen que el pintor Salustiano García ha creado para representar este año la famosa Semana Santa de Sevilla, un espectacular y escenográfico montaje conocido en todo el mundo que desde el siglo XVI representa la Vía Crucis y los últimos momentos de la vida de Jesús, hasta su crucifixión. La Semana Santa de Sevilla es una de las celebraciones religiosas más sentidas de toda España, capaz de atraer a miles y miles de fieles, además de ser un punto de referencia para el turismo nacional debido a su sugestiva y majestuosa belleza.
El cartel fue revelado hace unos días en un evento del Consejo de Cofradías de Sevilla en presencia del alcalde, José Luis Sanz, y del autor, el pintor García, que se inspiró en su hijo Horacio para su Cristo. «Necesitaba un modelo y tenía la solución a mano: mi hijo Horacio es hermoso, como los ángeles», explicó. Desde entonces no ha habido paz y sobre esta elección, considerada blasfema, han llovido críticas indignadas primero en la cuenta del Ayuntamiento de la ciudad dedicada a la iniciativa, hasta extenderse como un reguero de pólvora, creando un caso internacional sobre la oportunidad de ridiculizar una vez más a Jesucristo, convirtiéndolo en una especie de caricatura, el emblema del orgullo gay.
Ante las reacciones más duras, el pintor explicó que toda su producción artística se basa también en su espiritualidad, «por lo que - enfatizó - he centrado la imagen en la resurrección, para dar esperanza a todos nosotros que somos católicos». También tuvo que intervenir su hijo Horacio, quien se dijo sorprendido, aclarando que no se trataba de una provocación. Sin embargo, reconoció que cuando, una vez terminado el lienzo al óleo, su padre se lo mostró, se le puso la piel de gallina. «Para mí es un honor» representar a Cristo resucitado, añadió, diciendo que estaba «muy contento y admirado» del trabajo de su padre.
A pesar del acalorado debate y el enfrentamiento entre quienes gritan por el enésimo acto de sacrilegio y quienes, en cambio, defienden ese póster por su belleza y valentía artística, la diócesis de Sevilla parece haber optado por mantenerse al margen, tanto que hasta ahora no ha habido reacciones oficiales probablemente para no alimentar aún más la tormenta que ha cruzado las fronteras españolas, extendiéndose globalmente y provocando una vez más la reflexión sobre si es correcto explotar símbolos religiosos - de cualquier fe - para provocar o publicitar eventos o productos. Un debate complejo y articulado que se arrastra desde hace tiempo y que periódicamente resurge sin resolverse. El tema no parecía secundario hace algunos años, después de la publicación de las desafortunadas viñetas de Charlie Hebdo que se burlaban del Corán y Mahoma y que incluso habían ridiculizado el momento del parto de María en Belén. Los obispos franceses, sabiamente, habían despachado ese espinoso caso con un tuit: «La Conferencia Episcopal Francesa no comenta a quienes sólo buscan provocar. ¿Es el tipo de controversia que Francia necesita?».
Lo que alimenta aún más el enfrentamiento dentro de la Iglesia por la elección del modelo del Cristo de Sevilla es el debate entre progresistas y conservadores sobre la gran cuestión de la homosexualidad. Los obispos alemanes han estado presionando durante años para que el Vaticano llegue a eliminar algunos puntos del Catecismo de la Iglesia Católica en los que la homosexualidad se considera un pecado grave, y se define como un desorden moral que requiere una corrección personal y la abstinencia absoluta. Para los conservadores, esta línea magisterial tiene sus raíces en las sagradas escrituras y no puede ser cambiada ni minimizada, aunque las personas homosexuales deben ser acogidas en la Iglesia y tratadas con misericordia. El último acto de esta batalla concierne a la bendición a las parejas gay decidida por el Papa con un documento aprobado en diciembre y posteriormente corregido. Incluso hace unos días aclaró que la bendición no es para la pareja, sino para el individuo homosexual. Mientras tanto, el enfrentamiento interno continúa y no parece que vaya a extinguirse rápidamente.
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