Es la revolución desde abajo, la de los pequeños gestos cotidianos de las grandes masas lo que espera Papa Francisco. Esta vez, ha hecho un llamado al pueblo católico de todo el mundo a tomar decisiones estratégicas conscientes para los próximos cuarenta días y así comenzar a cambiar el modelo de desarrollo mundial basado en el consumismo, la destrucción de la tierra, la voracidad de los recursos para beneficio de unos pocos y en detrimento de muchos. El mensaje de la Cuaresma de este año parece un manifiesto para la acción colectiva. «El camino cuaresmal será concreto si confesamos que todavía estamos bajo el dominio del Faraón. Es un dominio que nos agota y nos insensibiliza. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro. La tierra, el aire y el agua están contaminados, pero también las almas se contaminan».
Francisco se refiere a pensar libremente y al hecho de que ya es «tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes elecciones contracorriente, capaces de cambiar la cotidianidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de quienes no se ven o se desprecian». De ahí la invitación a cada comunidad cristiana «a ofrecer a sus fieles momentos en los que repensar los estilos de vida; darse el tiempo para verificar su presencia en el territorio y su contribución para mejorarlo (...) Es un camino antiguo. Podemos aferrarnos así al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición, incluso a algunas personas. En lugar de movernos, nos paralizarán. En lugar de hacernos encontrarnos, nos opondrán. Sin embargo, existe una nueva humanidad, el pueblo de los pequeños y los humildes que no han cedido al encanto de la mentira».
En el largo texto del Mensaje cuaresmal, el Papa cita el episodio bíblico del Faraón, símbolo de un poder ciego. «De hecho, también apaga los sueños, roba el cielo, hace parecer inmutable un mundo en el que la dignidad es pisoteada y los vínculos auténticos son negados. Logra, es decir, atarse a sí mismo. Preguntémonos: ¿quiero un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a salir de los compromisos con lo viejo?»
No es la primera vez que el Papa Francisco habla de la necesidad de tomar decisiones conscientes para salvar el planeta y cambiar el sistema económico basado en la explotación. En la encíclica Laudato Sí, promulgada en 2015 para advertir del riesgo de colapso terrestre, identifica decisiones cotidianas que comienzan con el uso del transporte público, las inversiones éticas, el reciclaje de ropa y alimentos, la difusión de sistemas cooperativos, las compras solidarias y de kilómetro cero y la atención a no desperdiciar recursos energéticos.
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