El hombre del momento, Jannik Sinner, ha crecido muy rápido. «Me fui de casa a los 13 años - contó al Corriere della Sera el ganador del Abierto de Australia de tenis - obligado a crecer rápidamente: aprendí a hacer la colada, a cocinar, a hacer la compra. Para un padre, dejar ir a un hijo tan pronto no es fácil. Nos perdimos muchas cosas que estoy tratando de recuperar con mi padre, que de vez en cuando me acompaña a los torneos. Pero la adolescencia se ha perdido».
Sinner y su relación con sus padres
Acerca de sus padres, a quienes dedicó una hermosa frase justo después del triunfo en Melbourne, Jannik declara: «Aún no he hablado con ellos. No les gusta aparecer: quise hacer algo bonito para hacerlos sentir especiales por una vez. Tuve la suerte de que mis padres no me presionaran: no es así para todos los jóvenes que intentan construir una carrera. Luego, te haces fuerte con el trabajo».
Ahora, sin embargo, todo el mundo quiere un pedazo de Sinner. Pero el chico de San Candido no se inmuta: «Estoy muy tranquilo: no tengo ninguna intención de alterar mis prioridades, el tenis seguirá siendo lo más importante en mi vida. Ahora descansaré unos días y luego volveré al campo».
«¿Sanremo? No me gustaría ir, yo juego al tenis»
Y Sanremo? Sinner tiene las ideas claras: «Conociéndome, yo no iría. Canto muy mal, bailo peor: soy un desastre. Aquí en Melbourne intentaron hacerme cantar el yodel... ¡Olvídalo! Tengo que jugar al tenis, yo». Su ideal de vida, después de todo, está muy lejos de las luces del estrellato. Pero antes que nada viene la «libertad», ese valor que sus padres le han transmitido desde que era un niño: «Esquiar en mis montañas, conducir el kart, jugar a la Playstation, estar en una cancha de tenis. Me siento realmente libre cuando hago cosas sencillas».
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