Papa Francisco lo había anunciado en la televisión con Fabio Fazio y ahora es oficial: el próximo agosto irá a Papua Nueva Guinea, prácticamente al otro lado del planeta. A los 87 años, está listo para el viaje más largo de su pontificado: más de 30 horas de vuelo, soportando una diferencia horaria de nueve horas. El programa de unos diez días también debería incluir, según la Croix, Timor Oriental e Indonesia.
Papua Nueva Guinea ha estado en sus planes durante mucho tiempo. Quiere visitar esta zona del mundo porque es considerada la frontera más evidente de los cambios climáticos con muchas pequeñas islas ya sumergidas por el aumento del nivel del mar. El calentamiento está derritiendo los hielos polares. Las islas Carteret, por ejemplo, fueron el primer lugar en el mundo donde todos los residentes, hace varios años, tuvieron que migrar en masa: los primeros migrantes climáticos - según la definición de la ONU - obligados a moverse ante la creciente amenaza de las aguas que amenazan con engullir casas y cultivos. El gobierno de Papuasia anunció el viaje papal. En los últimos días, el primer ministro James Marape recibió una nota oficial del Vaticano confirmando los planes elaborados anteriormente. El último pontífice que visitó esa zona fue Juan Pablo II en 1995.
El Papa de la Laudato Si es esperado con alegría en Port Moresby, la capital, donde llegará en avión. Quién sabe si ha tenido en cuenta las emisiones de CO2 ya que el avión es el medio de transporte que produce la mayor cantidad de gases de efecto invernadero: en las 32 horas de vuelo producirá emisiones equivalentes a las de un hombre en un año entero.
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La visita estaba programada desde hace años pero luego fue cancelada debido a la pandemia. Allí, el Papa Francisco encontrará al cardenal John Ribat, arzobispo de Port Moresby, de 67 años, nativo de Nueva Bretaña. En su aldea natal, los misioneros franceses habían fundado la primera parroquia de Papua Nueva Guinea. Es conocido por su compromiso con el medio ambiente y por haber defendido a las naciones insulares del Pacífico sumergidas por las aguas. Hace un tiempo, en una entrevista, contó que para él vivir el celibato es un desafío. «Para mí, la idea de tener una esposa en la vida siempre estará allí, y es un desafío que debo enfrentar hasta la muerte. Y hablo de ello con los sacerdotes, y también trabajo con los seminaristas, y de eso es de lo que hablo. ¿Cómo vemos este don dado por Dios para nosotros? ¿Cómo vemos dar la vida a los demás y construir la comunidad y la unidad que queremos ver?»
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