Cuando fueron arrestados bajo la acusación de haber matado a la madre y al hermano de 11 años de Erika De Nardo, la joven y su entonces novio Omar Favaro tenían respectivamente 16 y 17 años de edad. Era el año 2001. Hoy tienen 39 y 41 años y desde hace tiempo han terminado de cumplir su condena.
Qué hace Omar hoy
Omar salió de la cárcel en 2010 y después de mudarse con sus padres de Asti a Acqui Terme, siempre en Piamonte, se ha rehecho una vida en Toscana. Pronto podría ser llevado a juicio bajo acusaciones de maltrato familiar y violencia sexual: su ex esposa, con quien tuvo una hija, lo ha denunciado por haberla amenazado y golpeado, abusando de ella física y psicológicamente. Él se proclama inocente.
La nueva vida de Erika
Erika, que volvió a la libertad un año más tarde, terminando de cumplir su condena en 2011 (ambos se beneficiaron de considerables reducciones y recompensas), se graduó en filosofía con una tesis sobre Sócrates y luego pasó un período dentro de un hospital psiquiátrico judicial en Castiglione dello Stiviere. Allí conoció a un voluntario que de profesión es músico y se habría casado con él, trasladándose con él al lago de Garda, donde trabajaría entre los viñedos de una empresa agrícola. Esto fue revelado, hace algunos años, por don Antonio Mazzi, el sacerdote que se ocupa de la comunidad que la mujer había frecuentado durante mucho tiempo en Brescia. “Se casó, ha madurado la correcta conciencia sobre la tragedia, aquella que permite continuar viviendo”, había dicho. El padre, Francesco De Nardo, nunca dejó de estar a su lado y de apoyarla.
El crimen de Novi Ligure
Los hechos por los cuales Erika De Nardo y Omar Favaro fueron condenados a 20 y 16 años de prisión se remontan al 21 de febrero de 2001. Se frecuentaban desde hace algunos meses cuando, de común acuerdo, sorprendieron y apuñalaron a muerte en la villa en la que la joven vivía junto a su familia, en via Dacatra, en Novi Ligure, a la madre Susy Cassini y al hermano Gianluca De Nardo, de 42 y 11 años. El motivo? La voluntad de vivir “una dimensión de libertad absoluta”, solos y felices, en la casa de la masacre: según los planes, deberían haber matado también al padre de la joven, que sin embargo estaba ausente en casa. Fueron arrestados dos días después del crimen, muy seguido (el médico forense encargado de realizar la autopsia sobre los cuerpos de las víctimas habló de más de 97 puñaladas).
La condena
Después ambos fueron llevados a juicio y condenados. En los momentos siguientes a los asesinatos intentaron desviar la investigación: mientras Omar corría a casa, Erika, con la ropa aún manchada de sangre, pidió ayuda a los vecinos, quienes a su vez alertaron a las fuerzas del orden, contando que había escapado de una masacre. Habló de un robo que salió mal cometido por dos ciudadanos extranjeros en la villa familiar, sosteniendo que logró escapar antes de que fuera demasiado tarde también para ella. Las investigaciones demostraron pronto que mentía y que, junto a su novio, era culpable.
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