Massimo Boldi no esperaba que «al final de mi carrera tendría dificultades para hacer una película, la película que al menos me gustaría hacer. Por lo demás, estoy feliz: la relación con mis hijas y nietos es extraordinaria, tengo una hermosa familia».
Al Corriere della Sera, el actor cómico y director, además de productor, habla de su relación con Christian De Sica: «Somos amigos, quien dice que hemos peleado miente, tenemos una excelente relación, solo hemos emprendido caminos diferentes. Habíamos propuesto a Paolo Virzì una película titulada «Muertos de risa», los protagonistas mueren, pero Christian y yo todavía podríamos hacer reír...». En el cine, «he llevado al clásico fanfarrón a la pantalla, Christian era mi homólogo en Roma. Todo nacía de la observación de la gente, de lo que hacían en la vida. Siempre he imitado personajes existentes».
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Boldi, los inicios
Como muchos otros, sus inicios fueron difíciles. Antes de ser comediante «hice muchos trabajos, incluyendo vendedor de Buondì Motta. Trabajaba para la agencia Trappini que hacía ventas a prueba, recorría la provincia de Varese, bares, restaurantes, tiendas de comestibles. Entraba y preguntaba: «¿Necesitan algo?» Pagaban en efectivo y por la noche hacíamos las cuentas».
Y si no conseguía vender «terminaba cenando en mi casa, café con leche con Buondì. No teníamos un centavo, después de la muerte de mi padre yo era el que tenía que cuidar de mi madre y hermanos». Antes de hacer reír, hizo muchos trabajos, incluso el de escaparatista. Massimo iba a la escuela por la mañana y por la tarde asistía a la escuela en Via Duccio da Boninsegna: «Salía al amanecer y volvía a casa a las 22. Como prueba de examen me hicieron decorar los escaparates de Galtrucco, la histórica tienda de telas de Milán. Es algo que me ha quedado: la forma de tocar la tela, de colocarla de cierta manera».
La relación con Pozzetto
Massimo Boldi perdió a su padre de joven pero no perdió su deseo de hacer reír, de ser un yuppie de por vida. Y tampoco su deseo de tocar. «Crecí en la zona de Ticinese en Milán, donde empecé con mis amigos a formar los primeros grupos de música, los Shadows y los Apache. Tocábamos guitarra y batería». El cambio, le dice al Corsera, llegó de repente «Gracias a Renato Pozzetto, para mí un hermano. Sin él no habría hecho esta profesión: nos conocimos en 1968 en el Derby Club, el templo del cabaret. En 1974 me llevó a Canzonissima».
¿Una persona más simpática que Massimo Boldi? Sí, existe. «Silvio Berlusconi. Inalcanzable». ¿Por qué lo traicionó? «Nos presentó Bettino Craxi diciéndome: «Será tu fortuna». Y así fue: nos caímos bien de inmediato. En 1986 hui de Fininvest para hacer Fantástico con Adriano Celentano: me demandaron, perdí y me condenaron a pagar 2 mil millones y medio. Cuando volví, Berlusconi me perdonó: «Me debes 2 mil millones y 500 mil risas»».
Los personajes de culto y las actrices
El personaje más amado por su público sin duda Max Cipollino: «Él es mi máscara. Nació en los años 80, cuando hacía con Teo Teocoli en Antenna 3 Lombardia cuatro horas en vivo, con las bromas «Lo sé, lo sé... no lo sabía pero lo sé». Era un adulto que había permanecido niño, la gente lo amaba por eso».
Y "¿Ahora me la roba?"? Nace «en «Vacaciones de Navidad 1995»: en la escena final aparece Luke Perry que se lleva a mi hija Cristiana Capotondi. Bailan juntos, él le dice ven... Los persigo, el ascensor se cierra frente a mí y... «¿Ahora me la roba?»».
¿La mujer más bella que conoció en el set? «He actuado con Cindy Crawford y Bo Derek, pero la más bella era Ornella Muti».
La vida privada
Hoy Massimo Boldi es un hombre solo «quedé viudo hace 20 años y he tenido amores importantes. Una de ellas me traicionó con mi mejor amigo. Siempre me pregunté por qué no me lo dijeron. En cambio, lo descubrí siguiéndola: terminó mal, la pillé con las manos en la mermelada».
Otra decepción. El Ambrogino d'Oro no otorgado. «No me dolió, pero es como si en Roma no hubieran dado un reconocimiento ciudadano a Alberto Sordi. Me parece extraño, eso es todo». Premio que terminó en manos de Pucci. «Sí, de hecho. Pero estoy contento por él, que por cierto tiene una veneración por mí». ¿Su heredero? «¡No es Pucci!».
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