La Verdad Inconmovible del Sismógrafo: La Independencia y el Legado de Luis Badilla

La Verdad Inconmovible del Sismógrafo: La Independencia y el Legado de Luis Badilla
by Franca Giansoldati
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miércoles 17 abril 2024, 18:20 - Última actualización: 19:21
«Leo estupefacto que habría un proyecto informativo que habría detectado la experiencia del Sismógrafo. Niego haber tenido alguna vez algo que ver con este proyecto vinculado al Opus Dei y ni siquiera entiendo por qué deben usar mi nombre». Luis Badilla, fundador e ideólogo del agregador de noticias vaticanas que cerró su experiencia hace unos meses, reacciona con una nota a la noticia aparecida en las redes por directivos de la comunicación de la Prelatura. «Hace tiempo me visitó Javier Garcia, también miembro del Opus para obtener información sobre el trabajo realizado por el Sismógrafo. Hablé con él, como siempre hago, sin llegar a ningún acuerdo. Quiero subrayar la absoluta y total independencia del trabajo que se ha llevado a cabo por el Sismógrafo en estos años y que ahora se ha detenido debido a mi frágil salud», enfatiza Badilla. En X apareció un anuncio dirigido a todos los vaticanistas que anunciaba el nacimiento de un nuevo proyecto mediático realizado por un grupo de voluntarios de diferentes profesiones de nacionalidad española. En diciembre pasado, Luis Badilla, el director, firmó el último editorial para cerrar el blog paravaticano más informado y atento de la Iglesia de Papa Bergoglio. El Sismógrafo ha sido la voz más libre y fuera del mainstream eclesiástico que jamás ha existido en los últimos tiempos, a años luz de las lecturas pantanosas y cómodas. Por más de diez años, el blog ha sido un punto de referencia del mundo diplomático, curial y periodístico, consultado también a nivel internacional. Un vistazo al rollo y a las noticias recogidas en la web provenientes de diócesis, medios, cardenales, obispos era posible tener un marco de referencia de lo que estaba hirviendo en la olla en ese momento en la Iglesia global. La parada del Sismógrafo fue dictada por razones relacionadas con la salud del fundador. En su última postilla, Badilla escribió: «El Sismógrafo se detiene aquí. Tomamos esta decisión ya hace algunas semanas pero quisimos esperar hasta el momento de las primeras noticias fiables sobre la sentencia del proceso que involucra al cardenal Angelo Becciu. Este doloroso asunto iniciado bien más de dos años atrás, para nosotros, para nuestros lectores, así como para toda la Iglesia, ha sido y es un divisor de aguas porque desnuda una modalidad singular del ejercicio del poder por parte de Papa Francisco (...) A todos dirijo un agradecimiento gigantesco compartiendo una vez más lo que siempre nos ha unido: se ama a la Iglesia solo con la verdad y no con la mentira. Al final de esta aventura podemos decirnos orgullosos de lo que hemos hecho, sobre todo porque nunca hemos cedido a la perniciosa costumbre - eclesiástica y eclesial - de justificar las mentiras para no dañar - se dice - la imagen de la Iglesia. La sola historia de la pedofilia en el clero demuestra lo contrario». Para Badilla, catolicísimo, una Iglesia cada vez más identificada con Cristo «se sostiene solo con el poder de la verdad y cada vez que lo hará usando el poder de la mentira traicionará a su Fundador». Por años El Sismógrafo ha ofrecido a los navegantes elementos importantes para tener una lectura compleja del pontificado, sin excluir esas zonas de sombra o ambigüedad que a veces emergían en varios terrenos cruciales: la lucha contra la pedofilia, los deslices, los nombramientos erróneos, los problemas diplomáticos que se han superpuesto en diferentes momentos, la protección brindada a algunos obispos amigos como Zanchetta o del ex jesuita, padre Rupnik responsables de abusos, los vaivenes sobre diferentes temáticas, la lucha inexplicable contra la escasa minoría de los cultores de la misa en latín. La lista es larga. No es casualidad que Badilla, en el último editorial, escriba que «el modo, el estilo y los métodos - así como el discurso narrativo - con los que Papa Bergoglio ha ejercido su supremo ministerio de Pastor universal, como Obispo de Roma y Sucesor del Apóstol Pedro, han demostrado que un hombre solo al mando en la Iglesia de Cristo - además soberano absoluto de por vida - es una forma de gobierno ya gravemente inadecuada, deficiente y arriesgada. Esta es una historia que se arrastra desde hace décadas y que el cardenal Bergoglio subrayó mucho en los encuentros previos al Cónclave de marzo de 2013. Ahora, sin embargo, con Papa Francisco esta crisis se ha agudizado seriamente y los excesos y arbitrariedades han alcanzado límites intolerables que dañan la credibilidad y la autoridad de la Santa Sede». Y más: «hasta cuándo, en el siglo XXI y aún después, el gobierno de la asamblea de fieles católicos compuesta por casi mil cuatrocientos millones de personas podrá ser confiado a una sola persona sin cuyo consentimiento no se mueve ni una sola hoja? ¿Por qué cada decisión, importante y decisiva, se confía al secreto más hermético posible sin verdadera transparencia al punto de no disponer casi nunca ni siquiera de migajas de verdad?» A Papa Francisco Badilla le da todo el mérito de haber sonado la alarma para el futuro de la Iglesia. «Papa Francisco en estos casi once años de pontificado ha cometido muchos errores, como todos los Papas, pero su específica manera de ser lo ha enredado en errores gravísimos como la poca transparencia, la opacidad autoritaria y una relación despreocupada con la verdad. El próximo Obispo de Roma debería ser, un hombre de ley; un pastor capaz de leer el mundo y toda la humanidad - y su tiempo - con categorías del pensamiento religioso y espiritual; un pensador capaz de cribar con la fe las realidades y los desafíos socioeconómicos y político-geoestratégicos y no al revés". Badilla, de 78 años, definido un personaje central en la historia de la comunicación vaticana por la historiadora Lucetta Scaraffia que recientemente le dedicó un artículo biográfico publicado en el Foglio, tuvo en el pasado un recorrido político en el Chile de Allende, hasta llegar como refugiado político a Italia y inicialmente, en tiempos de Pablo VI, encontrar trabajo en la Radio Vaticana como colaborador para la sección española.
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