La lucha de un aficionado de la Roma: entre la enfermedad y el amor por su equipo

La lucha de un aficionado de la Roma: entre la enfermedad y el amor por su equipo
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jueves 18 abril 2024, 17:40 - Última actualización: 19:18
«Vivimos en una sociedad donde si estás mal tienes que llorar y compadecerte de ti mismo. Si a los demás les pareces alguien que ríe, que bromea, entonces no puede ser verdad que sufras. Si cometí un error fue al definir mi enfermedad como 'terminal', aunque luego me corregí, por suerte. La mía no es una enfermedad terminal, pero de todas formas es crónica e incurable. He convivido con ella durante años y he comenzado un tratamiento experimental que me obliga a salir de Italia. Sin embargo, por ahora no voy a Suiza...». Quien habla a Adnkronos es Edoardo, el aficionado de la Roma en el centro de las crónicas por una conmovedora llamada a Tele radio stereo, en la cual pedía a su equipo ganar la final de la Europa League el 22 de mayo en Dublín, explicando que ya había hecho arreglos para el suicidio asistido con una clínica en Suiza. De Rossi responde a Edoardo, el aficionado de la Roma enfermo terminal: «Daremos todo, estamos intentando contactarlo». Una noticia que, como reveló Adnkronos, en realidad no corresponde a la verdad. «El fin de la vida? Es un pensamiento para mí extremadamente relajante, por eso lo mencioné. Aguanto por mis seres queridos, por mi esposa, pero con esta enfermedad crónica que me destruye la vida diaria, con el médico que siempre me ha asistido y operado y me ha dicho que no hay nada que hacer... bueno, te hace pensar». Para Edoardo «la discreción es una virtud esencial». «Lo que tengo - cuenta - lo saben mis padres, dos de mis amigos más queridos y mi esposa, que incluso el año pasado, cuando nos casamos, me cuidó amorosamente en el baño sin que los invitados supieran nada, naturalmente ajenos a todo. Esa llamada a la radio, que nunca pensé que causaría tanto revuelo, la hice porque me hacía gracia que, aun en una situación dolorosísima, mi pensamiento siempre estuviera en la Roma, como también hoy. Siempre bromeo, la ligereza me ayuda. Por eso muchos amigos que escucharon mi intervención en directo en la radio me tomaron por loco, reconociendo mi voz. Muchos me llamaron, incrédulos de lo que oculto».
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