Las elecciones europeas de junio están a la vuelta de la esquina y en algunas diócesis la Iglesia está tomando precauciones para evitar que la campaña electoral pueda estallar en la parroquia, causando más divisiones entre los fieles. En Reggio Emilia, histórico bastión del Pd, la situación se complica aún más porque las europeas coinciden con las administrativas y el centro-derecha espera avanzar y llegar al menos a la segunda vuelta. Por ello, el obispo Giacomo Morandi, ya secretario del Dicasterio de la Fe y firmante de una medida contra las bendiciones a las parejas gay que fue anulada dos años después por la Fiducia Supplicans, ha enviado a sus párrocos una carta para explicar en detalle cómo deben comportarse con aquellos que tienen la intención de postularse, subrayando que es conveniente 'renunciar a las responsabilidades desempeñadas en la diócesis o en las parroquias; por lo tanto, sin duda se rechazarán los cargos pastorales diocesanos o los del consejo parroquial. Con esta ocasión, renuevo tal prohibición también para aquellos que desempeñan mandatos ministeriales'.
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Catequistas, voluntarios, acólitos, funcionarios, miembros de consejos pastorales y parroquiales, si tienen la intención de ser elegidos y correr por un partido u otro, tienen prohibido hacerlo utilizando las estructuras eclesiásticas. En el sitio web de la diócesis, Morandi, para evitar cualquier posible malentendido, ha añadido una larga reflexión acompañada de una serie de preguntas y respuestas para aclarar. 'No quisiera, de hecho, que las iglesias y las parroquias se conviertan en lugares de campaña electoral', escribe el obispo recientemente elegido en lugar del cardenal Zuppi para dirigir el episcopado emiliano-romañolo y muy escuchado en su zona.
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Una vez aclarados los destinatarios de la medida, Morandi quiso recordar a los cristianos la 'necesaria dedicación' para la defensa del bien común, un principio a menudo formulado también por el Papa Francisco, según la definición de Montini de que la política es la forma más alta de caridad.
Estas son las orientaciones de la Iglesia emiliana que pronto podrían ser adoptadas en otros lugares y abrir el camino en otras diócesis:
1) ¿Deben los católicos seguir comprometiéndose personalmente en las competiciones políticas? Sí, por supuesto. Sin embargo, es necesario tener en cuenta la distinción de roles y servicios prestados en la comunidad eclesial de aquellos en el ámbito civil. El Papa Francisco escribió: 'la política, tan denigrada, es una vocación muy alta, es una de las formas más preciosas de caridad, porque busca el bien común' (Evangelii Gaudium, 174).
2) ¿Por qué el Arzobispo intervino en el tema de las elecciones políticas? Quiso recordar que aquellos que están prestando servicios en la Iglesia se comprometan en ello de manera exclusiva. Luego es esencial que las actividades típicas de la comunidad cristiana (culto, catequesis, caridad y misericordia) no se confundan con actividades de promoción partidista.
3) Entonces, ¿los catequistas, lectores, acólitos y ministros extraordinarios de la Eucaristía, si tienen la intención de postularse para las elecciones políticas, deberán suspender su servicio? Sí. De esta manera se evitarán confrontaciones y tensiones derivadas de la pertenencia a uno u otro bando.
4) ¿Cómo abordar casos dudosos? Si la persona quiere postularse, será al menos inapropiado que mantenga roles en la parroquia. Esta dirección debe ser mediada por el párroco, en un diálogo, no como una orden impartida desde arriba.
5) ¿Esto también se aplica a los diáconos? Ciertamente. El derecho canónico prevé expresamente para los clérigos: 'No tengan una participación activa en los partidos políticos y en la dirección de asociaciones sindicales (...) '(Can. 287 §2).
6) ¿Es posible acoger en la iglesia o en los ambientes parroquiales, así como en sus pertenencias, encuentros o debates en vista de las elecciones? No. Tales ambientes deben seguir siendo lugares dedicados al culto, la catequesis y la caridad.
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Una intervención tan explícita, ciertamente inédita, enfatizan varios prelados, solo fue dictada por la prudencia. Algunos periódicos locales lo han llamado incorrectamente un 'non expedit' sin tener en cuenta el complicado período que la Iglesia está viviendo internamente, donde es fácil encontrarse con confrontaciones o divisiones. Añadir más problemas a Morandi debe haber parecido excesivo.
El Papa Francisco hace algunos años, al regresar de un viaje, respondía con cautela a los periodistas que le pedían luz sobre la política italiana para no desatar tormentas. 'No entiendo la política italiana: solo ese dato de los veinte gobiernos en veinte años, un poco extraño, pero cada uno tiene su propia forma de bailar el tango... se puede bailar de una forma u otra y la política se baila de una forma u otra. Conocí a dos presidentes italianos, de altísimo nivel: Napolitano y el actual. Luego no conozco a los otros políticos. En el último viaje le pregunté a uno de mis secretarios cuántos gobiernos ha tenido Italia en este siglo: veinte. No sé cómo explicarlo. No condeno, ni critico, no sé cómo explicarlo, simplemente. Si los gobiernos cambian así, hay muchas preguntas que hacer. Ser político, un gran político, es un camino difícil. Un político que se arriesga por los valores de la patria, los grandes valores, y no se arriesga por intereses, el sillón, las comodidades. Los países, entre ellos Italia, deben buscar grandes políticos, aquellos que tienen la capacidad de hacer política, que es un arte. La política es una vocación noble. Debemos luchar para ayudar a nuestros políticos a mantener el nivel de alta política, no la política de bajo nivel que no ayuda en absoluto, y de hecho arrastra al Estado, se empobrece'. Sin embargo, las campañas electorales quedan fuera de las parroquias.
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