La Antigua Tradición de los 'Parmureli' en la Misa Papal de Domingo de Ramos

La Antigua Tradición de los 'Parmureli' en la Misa Papal de Domingo de Ramos
by Franca Giansoldati
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viernes 22 marzo 2024, 16:29 - Última actualización: 25 marzo, 12:41
Es desde 1586, desde los tiempos del Papa Sixto V, que cada Domingo de Ramos en San Pedro se renueva puntualmente la antiquísima (y poco conocida) tradición de donar al Vaticano los 'Parmureli', las ramas de palma entrelazadas según un método complicadísimo y celosamente guardado por la ciudad de Sanremo. La pequeña ciudad ligure tiene el secular privilegio de proveer para la misa papal estos símbolos que remiten a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. La rama más alta, entrelazada como un arabesco, está destinada a Francisco y es la más alta de todas, casi dos metros, las de los cardenales que celebrarán el domingo con él el rito un poco más bajas. 'El trabajo que hay detrás es enorme. Para hacer uno se necesita casi un día de trabajo: se trata de entrelazar sabiamente cada mechón sin utilizar ninguna grapadora, simplemente anudándolos entre sí, como si fuera la urdimbre de un tejido. El resultado es el de una especie de bordado desarrollado en horizontal' explican Leo Pippione y Francesco Rilla, presidente y miembro de la Famijia Sanremasca, la asociación fundada para conservar la historia, las tradiciones, el arte y la cultura del territorio ligure. Cada año algunos días antes del Domingo de Ramos parte de Sanremo una furgoneta con los preciados 'Parmureli' destinados al Papa. 'A entrelazarlos son los artesanos floricultores, sobre todo mujeres que se transmiten este arte. Antes, sin embargo, el Parmureli debe ser adecuadamente preparado. La hoja de la palma nueva se debe conservar en la oscuridad para que se mantenga amarilla durante varios días, y luego se entrelaza a mano, lentamente, según una secuencia precisa. El nombre Parmureli en dialecto ligure significa palmito joven.' La tradición secular de confiar a Sanremo esta tarea nace de un episodio curioso. Sixto V dio el encargo a Domenico Fontana de reposicionar en la plaza de San Pedro el obelisco que en aquel tiempo se encontraba al lado de la basílica. Dado que las operaciones para el traslado eran delicadísimas y con el riesgo de romper el obelisco, el pontífice impuso a la multitud de curiosos hacer silencio amenazando con la pena de muerte a quien perturbara a los maestros ocupados en esa tarea. En cierto punto, sin embargo, en un momento delicado de la erección del pesado monolito, justo cuando las cuerdas estaban tensadas al máximo, se oyó a alguien gritar en dialecto ligure: ¡agua a las cuerdas! A romper el silencio y transgredir las órdenes papales fue el sanremés Benedetto Bresca, un capitán que como experto marinero, se entendía de cuerdas y sabía que las cuerdas demasiado secas y demasiado tensas podrían deshilacharse rompiéndose, haciendo caer el obelisco. La indicación de mojar las cuerdas fue providencial y contribuyó al éxito de la operación. Bresca, fue sin embargo arrestado pero cuando se aclaró que su intervención había sido salvadora, fue 'indultado'. Así lo llevaron ante Sixto V que le pidió escoger una recompensa. Él pidió y obtuvo el privilegio para sí y para sus descendientes de proveer al Vaticano de las hojas de palma, para las celebraciones de la Semana Santa. El Papa le entregó también el estandarte papal para izar en el mástil mayor de sus naves para garantizarle la precedencia en la entrada al puerto de Ostia y durante el transporte a lo largo del Tíber. La misa del Domingo de Ramos será presidida por Francisco a las 10 junto a los cardenales y a los obispos. Con este rito se entra en la llamada Semana Santa que culmina con la Pascua. El 28 de marzo, Jueves Santo, siempre en la Basílica vaticana el Papa celebrará a las 9.30 la Misa del Crisma, en el día en que los sacerdotes renuevan sus promesas. El Viernes Santo verá el habitual doble encuentro con la celebración de la Pasión del Señor a las 17 en San Pedro y luego a las 21.15 el rito de la Vía Crucis entre las antorchas de los fieles y los arcos del Coliseo. Luego la noche del 30 de marzo, Sábado Santo, a las 19.30, la Vigilia presidida por Francisco y a las 10 la Misa pascual y a las 12 desde la Logia central de la Basílica la Bendición Urbi et Orbi.
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