Ha desaparecido uno de los más grandes divulgadores de la historia del arte que el Vaticano haya tenido, un erudito que hizo 'pop' los secretos de los Palacios pontificios, de la Capilla Sixtina, de todas las obras maestras incluso las menos conocidas conservadas en los Museos Vaticanos. Antonio Paolucci, ex ministro en el gobierno de Dini, fue elegido por su absoluta competencia por el Papa Ratzinger en 2007 con quien tuvo un estrecho y formidable vínculo intelectual. Durante los años en que fue director de los Museos Vaticanos, Benedicto XVI a menudo iba a visitarlo, incluso por sorpresa, para que le explicara las fases de los restauraciones, quedándose a escuchar al 'profesor' mientras le señalaba detalles sobre los frescos normalmente invisibles y ocultos. Dotado de una elocuencia fuera de lo común y de una competencia inmensa, Paolucci lograba fascinar a cualquiera. El arte de la divulgación explicado de manera sencilla, no pedante ni ampulosa. Es él quien ha llevado los Museos Vaticanos al paso con los otros grandes museos del mundo, desde el Louvre hasta los Uffizi y el Metropolitan, gestionando flujos, costos, seguridad.
Con la llegada al Vaticano del Papa Francisco, las cosas empiezan a cambiar y la relación se complica. Papa Francisco nunca pareció estar demasiado interesado en el arte, tanto que nunca puso un pie en los Museos Vaticanos hasta hace un par de años cuando, recibido por la nueva directora Barbara Jatta, visitó el ala nueva del museo etnográfico. Paolucci, al dejar la dirección de los Museos Vaticanos en 2017, nunca ocultó estos malentendidos, no hablaban el mismo lenguaje artístico y a menudo hubo divergencias sobre algunas elecciones artísticas. Paolucci no dudó en criticar la decisión del Papa Bergoglio de colocar en la plaza vaticana la maxi estatua de bronce oscuro que representa una improbable mezcla de personas en un barco, prácticamente un golpe en el ojo, rompiendo la armonía deseada por Bernini.
Al mismo tiempo, se opuso al proyecto de albergar en la entrada de los Museos las estatuas de hierro de Alejandro Marmo, un artista argentino amigo del Papa que ensambla chatarra reciclada obteniendo figuras sagradas. El pulso terminó con la colocación en los Jardines Vaticanos de una gran estatua de la Virgen compuesta por pistones y otras partes de motores.
Debemos sentir asombro ante una obra de arte, un paisaje, o cualquier manifestación de la naturaleza y del hombre que trascienda lo ordinario, es un don que todos deberíamos cultivar como el primer paso hacia el conocimiento. A partir de la pregunta '¿qué es la belleza?' decía a todos Antonio Paolucci.
El profesor Paolucci se graduó en historia del arte en 1964 y se especializó en arte italiano del Renacimiento con Francesco Arcangeli, comenzó su carrera en el ministerio de Educación Pública desde 1969. Fue director de los Uffizi, Superintendente, primero en Venecia, luego en Verona, Mantua y finalmente en el Opificio delle Pietre Dure de Florencia, antes de pasar a la Superintendencia especial para el Polo Museale Fiorentino y a la dirección regional para los Bienes Culturales y Paisajísticos de la Toscana, Ministro de Bienes Culturales en el gobierno técnico de Lamberto Dini, Comisionado Extraordinario del Gobierno para la restauración de la Basílica de San Francisco en Asís, tras el terremoto de 1997.
'Con la desaparición de Antonio Paolucci, se va una parte de la historia de los Museos Vaticanos. Un refinado historiador del arte que ha dedicado toda su vida a estudiar, cuidar, valorar y divulgar lo bello, el arte y nuestra cultura. Como ningún otro, Antonio Paolucci sabía encantar con sus discursos. Hay personas que tienen el don de la palabra y él era el rey de esa categoría' ha comentado la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, recordando que durante los años de su dirección fundó la Oficina del Conservador de los Museos Vaticanos delineando una nueva figura profesional y desarrollando esa Mantenimiento preventivo que se ha convertido, gracias a su visión, en imprescindible para la gestión del patrimonio cultural vaticano.
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