El extremismo se está propagando. «Desafortunadamente, en Jerusalén, desde hace algún tiempo, existen los hooligans del judaísmo, protagonistas de actos odiosos, antipáticos y ofensivos hacia nosotros, los cristianos». Padre Nikodemus Schnabel, el benedictino de nacionalidad alemana pero residente en Jerusalén, donde es responsable de varias estructuras monásticas, fue acosado y amenazado por dos jóvenes judíos ortodoxos hace dos días mientras paseaba por la Ciudad Vieja. Le dirigieron frases ofensivas sobre la religión cristiana y Jesús, intentando escupir en la cruz pectoral que llevaba. El religioso, contactado por el Mensajero, resumió cómo ocurrió el incidente, parcialmente capturado en algunas imágenes de un video tomado por el teléfono móvil de una amiga periodista alemana que lo estaba acompañando en ese momento, quedando atónita por tanta agresividad. «Todo comenzó de repente, sin ninguna razón. Dos chicos de dieciocho años o quizás menos o quizás más, se acercaron a mí escupiendo en la cruz pectoral y luego insultándome. Un fenómeno que no es nuevo en Jerusalén, donde ahora viven personas intolerantes entre hombres de fe».
¿Le ha pasado esto antes?
«Son episodios desafortunadamente frecuentes. Si un religioso cristiano camina por la Ciudad Vieja, es probable que sea insultado. En algunas circunstancias, hubo judíos que me protegieron y defendieron. Son actos odiosos».
¿No perdió la calma?
«Respiré hondo y luego la policía llegó de inmediato, recogiendo sus nombres y llevándose a los jóvenes. No sé si fueron castigados, no lo sé. Fue desagradable. Una cosa vergonzosa, Jerusalén es una ciudad santa para todos, es el lugar del diálogo por excelencia».
¿Y luego qué pasó?
«La comunidad católica recibió inmediatamente la solidaridad de los rabinos e incluso de los musulmanes. Repito: Jerusalén está llena de personas que cultivan una verdadera fe».
¿Cómo explica este fenómeno?
«Se está llenando de hooligans de la fe. Personas que representan un serio problema incluso para Israel. No aceptan una visión pluralista y multicultural en la que todos podrían vivir en armonía. No sé qué pasaba por la cabeza de estos dos chicos, solo espero que puedan reflexionar. He rezado por ellos y por su corazón. Ciertamente necesitan una educación seria. Mi sueño sigue siendo una ciudad santa en la que se pueda vivir, respirar, imaginar solo amor, todos juntos».
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