En esa singular cadena de mando que debería garantizar la máxima seguridad, resulta que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo, no fue informado a tiempo por el Pentágono de un hecho no menor: que el Secretario de Defensa, Lloyd Austin, el ministro responsable del ejército más poderoso del mundo, había sido hospitalizado. Y esto en un período de alta tensión con al menos dos guerras (Ucrania y la Franja de Gaza) de resultados impredecibles, sin mencionar a Corea del Norte y Taiwán.
Admitiendo que sea cierto y guardando las debidas proporciones, es como si una eventual hospitalización del ministro Crosetto se ocultara durante tres días tanto al primer ministro Meloni como al presidente Mattarella.
El asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, junto con otros altos funcionarios de la Casa Blanca, de hecho, supo del ingreso hospitalario de Austin, de 71 años, ex general condecorado y veterano de la guerra en Irak en 2003, solo tres días después. Solo entonces, según el sitio Politico, se habría informado al Potus (Presidente de los Estados Unidos).
Las fuentes afirmaron que es altamente improbable que Austin hubiera comunicado la noticia a Biden en privado antes de que Sullivan fuera informado. «Si Sullivan no lo sabía, el presidente tampoco podría saberlo», dijo uno de ellos. «¿Quién le habría dicho al presidente sobre las condiciones de Austin si no es Sullivan? Y si alguien le hubiera dicho al presidente, Sullivan habría sido su primera llamada», agregó.
La divulgación de la noticia, ciertamente no halagadora, ha llevado a la Casa Blanca a tomar medidas: se ha anunciado que el presidente Biden y el Secretario Austin se han llamado por teléfono, utilizando una línea de máxima seguridad. Según el New York Times, que cita a dos funcionarios estadounidenses, Biden tiene plena confianza en el secretario de defensa y se alegró de saber que se está recuperando.
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