«Me regaló un caramelo y me preguntó cómo estaba y luego me abrazó fuerte». Te mira con sus grandes ojos negros mientras responde seriamente, como si fuera un hombre ya crecido y no un niño de solo cuatro años. Ale - Alessandro - es uno de los muchos huérfanos de feminicidio cuya madre no fue protegida por el Estado a pesar de las señales de posibles violencias. El niño acaba de ser huésped en el Vaticano junto a su abuela y su tía, pasando la noche en Santa Marta, para participar en la inauguración de una exposición de bordado inspirada en Ars Canusina en los Museos Vaticanos. Ale sabe que su madre Cecilia ya no está, voló al cielo. La verdad se la contarán poco a poco a medida que crezca su padre y su abuela.
El caso de Cecilia Hazana Loayza, una joven peruana de 34 años, por su crueldad y brutalidad, sacudió a toda Italia hace tres años cuando su cuerpo fue encontrado en un parque en Reggio Emilia. Primero fue violada y luego apuñalada por el hombre con quien había tenido una breve relación pero que había terminado. Murió desangrada. Quien la había matado ya había sido arrestado y procesado por acoso. Prácticamente un feminicidio anunciado. Ahora Ale vive con su padre, del que Cecilia se había separado poco después de su nacimiento, con la abuela Dina y la tía Paulina que no le quitan el ojo de encima.
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Papa Francisco habló en español con la abuela y la tía, conocía bien su historia. «Me dio la fuerza y la serenidad para seguir adelante y enfrentar la situación. El dolor sigue siendo enorme pero ahora todas nuestras energías están para proteger y hacer crecer a Ale de la mejor manera» dijo Dina. Por la noche todos participaron en la inauguración en los Museos Vaticanos y para el pequeño fue una fiesta, era la primera vez que era llevado al Vaticano y entre esas antiguas estatuas y pinturas miraba todo con atención como si no quisiera perderse ni un segundo de esa aventura. Crecer sin mamá no es fácil, aún más con esa pesada carga. «A su alrededor tiene muchos afectos y lo protegerán» explica Cristina Carbognani, una de las acompañantes que organizó el viaje a Roma.
Papa Francisco ha hablado decenas de veces contra la violencia de género. Ante la escalada de víctimas, ha destacado la necesidad de trabajar mucho en la prevención y contra la cultura patriarcal. «La violencia contra las mujeres es una maleza venenosa que aflige a nuestra sociedad y que debe ser eliminada de raíz». Y añade. «Vemos en las tristes crónicas, en las terribles noticias de violencia contra las mujeres, cuán urgente es educar en el respeto y el cuidado: formar hombres capaces de relaciones sanas».
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