La última vez que el Papa Tawadros II, el líder de los coptos ortodoxos, se encontró con Francisco lo llamó “Hermano mío” y al día siguiente estaban juntos en la plaza de San Pedro hablando. Era mayo del año pasado y hoy parece que ha pasado un siglo, considerando no tanto las relaciones personales que quizás sigan siendo buenas, sino las ecuménicas que han retrocedido décadas. Acaba de publicarse el informe de la sesión plenaria del Santo Sínodo de la Iglesia copta ortodoxa contra la cuestión de la homosexualidad. Tawadros II ha subrayado con fuerza el rechazo a las relaciones entre personas del mismo sexo. Una posición que sigue al documento vaticano querido por el Papa Francisco, Fiducia Supplicans con el cual en el ámbito católico se han autorizado las bendiciones a parejas gay bajo ciertas condiciones (que no generen escándalo, que sean muy breves, máximo 15 segundos y que se hagan individualmente). Un asunto muy delicado que desde hace meses es el origen de una tormenta sin precedentes no solo en el campo católico sino también ecuménico.
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Dentro de la Iglesia católica hay decenas de conferencias episcopales completamente decididas a desobedecer y no aplicar las disposiciones papales. Bergoglio está intentando frenar los deslizamientos y ha incluso autorizado a los obispos africanos a desviarse de las nuevas reglas. Pero ya el daño está hecho.
HOMOSEXUALIDAD
Tawadros II sobre la homosexualidad tiene ideas muy claras que se remontan al Evangelio y a la Biblia. Dice que no se pueden “sostener estas opiniones con versículos bíblicos que declaran claramente el rechazo a tales relaciones contrarias a la naturaleza humana que Dios ha creado”. Así “después de haber consultado a las iglesias hermanas de la familia ortodoxa oriental, se decidió suspender el diálogo teológico con la Iglesia católica, reevaluar los resultados que el diálogo ha alcanzado desde su inicio hace veinte años y establecer nuevos estándares y mecanismos para que el diálogo proceda”. La parada es algo inédito, doloroso y preocupante porque hace frágil el camino ecuménico que hasta ahora se había hecho.
“La Iglesia copta ortodoxa afirma su firme posición de rechazar todas las formas de relaciones homosexuales, porque violan la Sagrada Biblia y la ley con la que Dios ha creado al hombre y a la mujer, y considera que cualquier bendición, sea cual sea su tipo, para tales relaciones es una bendición para el pecado, y esto es inaceptable”.
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La reacción de la Iglesia copta ortodoxa había sido anticipada al Papa por el cardenal suizo Kurt Koch, a cargo del dicasterio encargado de tejer relaciones con las Iglesias hermanas. A Francisco le había hecho saber que había recibido una larga carta de las Iglesias ortodoxas orientales. Querían explicaciones y aclaraciones sobre el documento vaticano. La publicación de la Fiducia Supplicans había generado mucha agitación, produciendo shock.
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