Un libro, su tercero, nuevamente para las mujeres. Contra la violencia. "No es normal", así se titula, en el que Cathy La Torre explica todos los tipos de violencia y cómo enfrentarlos. Fundó y dirige el estudio legal Wildside Human First. En Instagram, donde es Avvocathy, tiene una comunidad de casi 900 mil seguidores. El primero en recibir una copia fue el papa Francisco. Ella es laica - le dijo al Corriere della Sera - pero eso no importa. «La violencia nunca debe ser minimizada y me gustaría comenzar un camino dentro de las iglesias donde los sacerdotes, las monjas, los feligreses estén formados sobre el tema de la violencia. Así podrían detectarla y dirigir a las víctimas a los centros antiviolencia territoriales».
La iglesia
«Me acerqué a la humanidad católica y cristiana gracias al cardenal Zuppi». Con él hablaba de pobreza. «Me ocupaba de Casa Caterina, la primera casa protegida en Europa para personas transgénero refugiadas y solicitantes de asilo político. Le dije que la pobreza es pobreza, no importa de quién. Me dio la razón. Alquilamos de Caritas. Fue nombrado cardenal el día de mi cumpleaños y siempre celebramos esto. También le presenté a Michela». Ella y Murgia estaban muy unidas, le cuenta al Corriere della Sera. «Cada vez que pasábamos frente a la parroquia de Santa Maria en Trastevere donde había sido párroco, nos tomábamos un selfie y se lo enviábamos. Michela era un pilar insustituible. Tengo miles de mensajes nocturnos con ella, nos costaba dormir. En el último período, me mantenía despierta pensar en ella despierta en su enfermedad. No quería dejarla sola».
El luto
Hace un año, murió el cuñado de Cathy La Torre, Gregory Bongiorno. Un dolor inmenso. «La geografía de mi vida ha cambiado. Antes volvía a casa dos o tres veces al año. Hoy me he convertido en padre intencional de mis sobrinos de 16 y 12 años». Un día podría adoptarlos, ahora le están enseñando mucho. «El lenguaje que usan en las redes sociales, por ejemplo, se comunican a través de su estado. Solo usan mensajes efímeros porque no quieren que sus cosas sean capturadas en pantallazo y difundidas. Cecilia, una amiga de mi sobrina, me hizo el mejor cumplido: “Tía Cathy — soy tía Cathy para todos — hablas como una quinceañera”».
Los tratamientos y la operación
Mientras tanto, Cathy, siempre le cuenta al Corsera, continúa con sus tratamientos. «He estado en terapia durante veinte años. Y nunca he ocultado que tomo medicamentos psiquiátricos, antidepresivos y ansiolíticos. En 2018 fui víctima de ciberacoso, con amenazas diarias de muerte durante 71 días. Fue impactante para mi salud mental. Me considero privilegiada por tener el dinero para poder cuidar mi salud mental mientras millones de personas no pueden permitírselo. Debería ser una batalla de la política».
Luego habla de su cuerpo: «Mi cuerpo con un pecho próspero me causaba una gran incomodidad en relación con la percepción que tengo de mi género y de mí. Decidí reducirlo». Una decisión que cambió su vida. «Fue como quitarme un peso de 40 kilos del corazón. Llevo con orgullo las cicatrices. Hay prejuicios sobre la cirugía estética como si no fuera necesaria, cuando, si se dirige al bienestar psicofísico, puede ser esencial. No esperaba ser insultada tanto por elegir operarme. Se tolera poco a quien decide sobre su propio cuerpo. Sobre esta reducción de mis pechos, me han dicho de todo. Pero son mis pechos y hago con ellos lo que quiero. Luego, quien quiera hablar de ello, que lo haga».
Y también terminó su historia de amor. «Quizás mi ex pareja deseaba una persona más presente. Yo, por otro lado, vivo en tres ciudades: Milán, Bolonia, Roma. A menudo estoy en Sicilia. Lo importante es que mi familia queer, mis amigos y mi familia de origen, se quieran».
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