Bajo la Cruz de Cristo: Reflexiones de Papa Francisco en la Via Crucis

Es toda la humanidad sufriente, cargada de pesadísimas cargas de dolores, tribulaciones y fracasos la que el Papa Francisco coloca bajo la cruz de Cristo. Esta vez es él quien ha escrito las meditaciones que acompañarán esta noche la procesión en el Coliseo: los textos parecen casi una oración, el tono es íntimo, la mirada puramente espiritual con muy pocas referencias al presente, a las crónicas bélicas de Gaza o de Ucrania. Encuentra espacio un poderoso grito a favor de las mujeres que merecerían un mejor trato en todas partes. La meditación se refiere al episodio de Verónica que viendo a Cristo exhausto, sangrante y lacerado se acerca limpiando su rostro con un paño de lino. Francisco comenta: 'Jesús, ¿quién te sigue hasta el final a lo largo del camino de la cruz? No los poderosos, que te esperan en el Calvario, no los espectadores que se mantienen alejados, sino las personas simples, grandes a tus ojos y pequeñas a los del mundo. Son las mujeres, a quienes has dado esperanza: no tienen voz pero se hacen escuchar. Ayúdanos a reconocer la grandeza de las mujeres, ellas que en Pascua fueron fieles y cercanas a ti, pero que aún hoy son desechadas, sufriendo ultrajes y violencias. Jesús, las mujeres que encuentras se golpean el pecho y lloran por ti. No lloran por sí mismas, sino por ti, lloran por el mal y por el pecado del mundo'. Resuena en varios puntos la referencia a quienes sufren y están solos. 'Cuántos Cristos humillados por la prepotencia y la injusticia'. Y aún. 'Haz que te vea en los que sufren y que vea a los que sufren en ti, porque tú estás allí, en quien es despojado de dignidad, en los cristos humillados por la prepotencia y la injusticia, por ganancias inicuas hechas a costa de otros en la indiferencia general' se lee. En el fondo del centro de la reflexión está la figura de Cristo, su poder, su ejemplo capaz de atravesar inalterado los siglos para enseñar el amor hacia el prójimo y la confianza al Padre Celestial. 'Jesús, esta oración de intercesión alcance a las hermanas y hermanos que en muchas partes del mundo sufren persecuciones por tu nombre; aquellos que padecen el drama de la guerra y quienes, obteniendo fuerza en ti, llevan cruces pesadas'. Más adelante: 'Jesús, nosotros también llevamos cruces, a veces muy pesadas: una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una decepción amorosa, un hijo que se ha perdido, el trabajo que falta, una herida interior que no sana, el fracaso de un proyecto, la enésima espera que resulta en vano... Jesús, ¿cómo se hace para orar allí? ¿Cómo hacer cuando me siento aplastado por la vida, cuando un peso me oprime el corazón, cuando estoy bajo presión y ya no tengo más fuerza para reaccionar?'. En las meditaciones de la Vía Crucis aflora la enseñanza de nutrir la fe y nunca dejar de tener esperanza. 'Jesús, cuántas veces, ante los desafíos de la vida, presumimos de poder hacerlo solos! ¡Qué difícil es pedir una mano, por miedo a dar la impresión de no estar a la altura, nosotros siempre atentos a aparecer bien y a mostrarnos en nuestro mejor momento! No es fácil confiar, mucho menos entregarse. Pero quien ora sabe que es necesitado y tú, Jesús, estás acostumbrado a confiarte en la oración. Así que no desprecias la ayuda de Cireneo'. Finalmente un pasaje sobre el odio, incluso el que corre en las redes sociales, entre los odiadores seriales y los leones de teclado. 'Señor, y ni siquiera se necesita un macabro cortejo: basta un teclado para insultar y publicar sentencias. Pero, mientras muchos gritan y juzgan, una mujer se hace camino entre la multitud. No habla: actúa. No invectiva: se compadece. Va contra corriente: sola, con el coraje de la compasión, arriesga por amor, encuentra la manera de pasar entre los soldados solo para darte en el rostro el consuelo de una caricia. Su gesto pasará a la historia y es un gesto de consolación.