Misterio profundo. La semana pasada desapareció sin dejar rastro durante dos días enteros, sin motivo, haciendo temer lo peor, pero afortunadamente el cardenal de Panamá, José Luis Lacunza, fue encontrado por una patrulla de la policía mientras estaba en su coche que se había quedado sin gasolina, visiblemente desorientado. Hace dos días, en su primera aparición pública, intentó hacer una broma sobre lo sucedido sin explicar realmente qué había ocurrido. «Fue solo una estúpida broma. El hecho es que no hice bromas cuando tenía 15 años y ahora empiezo cuando estoy a punto de cumplir 80.... ¡Qué escándalo! Cuanto más viejo eres, más estúpido eres» dijo el cardenal, añadiendo sus disculpas personales a aquellos que han tenido problemas en los últimos días.

«Sé que ha sido un mal momento, algunos en la diócesis han derramado abundantes lágrimas. No las merezco, y lo digo sinceramente pero las aprecio. Aprecio mucho vuestras oraciones». El cardenal confió esta reacción a los medios de comunicación panameños sin entrar en detalles sobre lo que le impulsó a dejar su casa de repente y sin documentos, de una manera tan inusual que incluso preocupó al Papa.

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El misterio en sí bastante extraño está destinado a complicarse aún más, tanto que incluso para las autoridades policiales panameñas, donde vive el cardenal, el asunto sigue siendo un enigma. Para agravar la situación, un episodio adicional inusual: la residencia del cardenal fue visitada por ladrones que en un asalto se llevaron una computadora y otros objetos. Funcionarios del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, de la Policía Nacional y de la Dirección de Investigación Judicial de Panamá realizaron una serie de averiguaciones en el obispado, en presencia del cardenal. Según los medios de comunicación panameños, también se habrían sustraído algunas obras de valor.

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Lacunza, originario de Pamplona, en España, desapareció de casa el 30 de enero. La diócesis había informado de la desaparición a la policía y el fiscal había abierto una investigación. El cardenal de origen español es un misionero que llegó a Panamá en los años setenta, miembro de la Orden de los Recoletos Agustinos. Fue nombrado obispo por Juan Pablo II en 1985.