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Su carrera en el cine nunca despegó, aunque ella, nieta del Duce pero también de Sophia Loren, rodó películas con Ettore Scola y Alberto Sordi. «Después de cada audición, las respuestas eran: demasiado bella, demasiado fea, demasiado alta, demasiado delgada, ojos demasiado claros. El verdadero exceso tal vez era el apellido - confiesa Alessandra Mussolini, 61 años - Dino Risi me lo dijo en la cara. "¿Quieres hacer cine con esos ojos que recuerdan a tu abuelo? ¡Al menos cambia tu apellido!"». Entonces cerró con el cine, se inscribió en Letras y luego en Medicina. Pero la pasión de Alessandra, hija de Romano y Maria Scicolone, hermana de Sophia Loren, siempre fue la política.
La familia
Su familia fue tan famosa como turbulenta.
Sophia Loren
«Mi tía siempre estaba de viaje por el mundo o en la fabulosa villa de Marino, llevaba una vida aparte. Se casó con un hombre, Carlo Ponti, decididamente austero en comparación con nosotros, frío, árido. De todos modos, parte del dinero que mi tía había ganado con Quo vadis lo dio a mi abuela para que comprara el apellido "Scicolone" también para mi mamá. Riccardo Scicolone, con quien mi abuela había sido amante, había reconocido a la tía Sofia, dándole su apellido, pero no a mi madre, que de hecho llevaba el apellido de la abuela, Villani. Le pagaron para darle el apellido también a mi madre. Nunca supe la suma exacta, pero sé que de todos modos era una buena cantidad. En cualquier caso, creo que lo vi dos veces, ni siquiera sabía si vivía en Roma con su familia o no, nunca lo mencionábamos».
El Duce
Raramente se recordaba al abuelo Benito Mussolini. «Solía visitar Villa Carpegna durante las vacaciones, pero mi infancia y en general mi vida las pasé con la rama Scicolone, no con la rama Mussolini. Mi padre nunca lo mencionaba - cuenta - Para él existía la música, era un artista, vivía como los artistas. Un mujeriego, muchos viajes, muchas mujeres, poco dinero». Mis padres peleaban por las infidelidades de papá. La abuela los descubría y se lo decía maliciosamente a mi mamá. Mamá se enfadaba con papá. Papá hacía lo que suelen hacer los hombres: negaba, negaba, negaba».
La abuela
La relación entre su abuela y su madre siempre fue tormentosa. «Un día, mamá fue a operarse de cálculos a Ginebra. Nosotros nos quedamos en Roma, con la abuela. En un momento fui a ver a la abuela, que estaba peleando con su hermano en la cocina. Y ella, hablando de mi madre, me dijo en la cara: "Espero que tu madre muera en la operación". De rabia cogí una mesita y la lancé contra la pared. Con mi tía Sophia era diferente, había hecho muchos sacrificios, ayudándola al principio de su carrera en el cine. Luego llegó mi mamá, el matrimonio principesco con Romano Mussolini, las revistas: pensó que a ella misma no le quedaría nada. La abuela Romilda vivía en la ira y el rencor, mamá renunciaba a todo, papá vivía de la música y de sus amores clandestinos».
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