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Uno de los principales colaboradores del Papa, miembro del C9, el cardenal del Congo, Fridolin Ambongo, mientras estaba en el aeropuerto de Kinshasa listo para partir hacia Roma, fue deliberadamente humillado por las autoridades aeroportuarias que le impidieron físicamente acceder a la sala VIP en espera de su vuelo. El purpurado, solo una semana antes, había denunciado enérgicamente la “verdadera causa de la falta de paz en la República Democrática del Congo” atribuible solo “a la mala gobernanza, a la ausencia de un liderazgo participativo, a la mala distribución de la riqueza del país”. Desde hace tiempo, el fraile capuchino predica contra la corrupción en varios niveles de la política. Las incómodas palabras pronunciadas en Pascua, evidentemente causaron un primer efecto demostrativo, sometiendo al purpurado a una humillación pública. Fridolin, después de hacer el check-in, fue desviado ostensiblemente por las autoridades aeroportuarias a la sala de espera general, bloqueándole la entrada a la sala para autoridades, algo que nunca había ocurrido antes, provocando un escándalo sin precedentes.
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El episodio ha sido considerado muy preocupante por la Iglesia de Kinshasa que, con un comunicado difundido a la prensa, ha condenado “con energía el trato degradante que los Servicios oficiales aeroportuarios han reservado al cardenal”.
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Varios políticos de la oposición han reaccionado destacando que nadie puede impedir a la Iglesia o a un miembro de ella denunciar los males que azotan al Congo. Esta mañana el cardenal Ambongo estuvo presente en la reunión del C9 con el Papa Francisco.
La región oriental de la República Democrática del Congo, en Kivu, está viviendo una crisis sin fin. La guerra continúa y hasta ahora ha causado varios millones de muertos en casi tres décadas y más de 6 millones de desplazados. Recientemente, la actividad de un movimiento terrorista apoyado indirectamente por el gobierno ruandés ha contribuido a precipitar la situación humanitaria. El arzobispo de Kinshasa, Ambongo, en Pascua denunció con particular fuerza la voracidad de las multinacionales que despojan al Congo de sus recursos y la voluntad expansionista de Ruanda, sin olvidar el altísimo nivel de corrupción interna que favorece la total inestabilidad, la crisis humanitaria y la pobreza endémica. El cardenal señaló la mala gobernanza: “Esto significa que para que la paz reine en nuestro país, debe primero brotar en el corazón de cada congoleño” dijo, agregando que la “mala” distribución de la riqueza es evidente y que los gastos operativos de las instituciones y ministerios consumen más del 70% del presupuesto.
“El problema del Congo aquí está: el 70% del presupuesto se utiliza solo para el mantenimiento de la clase política, el 30% restante es para los 80 millones de congoleños. El Estado ya no tiene los medios de su política para prestar servicios a la población (...) El país más pobre y sin embargo estos diputados son considerados los más pagados del mundo” destacó Fridolin, cuyo lema episcopal es “todo a todos”.
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